Una de las reacciones mejor
estudiadas, es el estado de “luchar o
huir”, mediada por el sistema nervioso autónomo. En una situación de estrés, experimentamos cambios; se dilatan las pupilas, comenzamos a sudar frío, se
seca la boca, se aceleran el corazón, y la respiración. Hay un aumento de la adrenalina
(entre otras hormonas), se incrementa la liberación de glucosa desde el hígado
al torrente sanguíneo, proporcionando así; energía para mover las extremidades
en cuestión de segundos (huir o atacar). Hay disminución de la actividad
digestiva, a fin de que se concentre toda la energía en la huida, o para hacer
frente al problema. Todos estos mecanismos, los ha diseñado el organismo, a lo
largo de la evolución de una manera tan perfecta, que es posible salir de una
situación estresante o peligrosa y conseguir con ello la sobrevivencia.
Lo que mencionamos arriba es la reacción
aguda, pero y; ¿Qué pasa con el estrés crónico? Sabemos que en el estrés postraumático,
el cerebro vive y repite la situación estresante; una y otra vez: minando
paulatinamente la salud. A menos que… se interrumpa este círculo vicioso.
El EP es el
resultado de vivir eventos como; la guerra, terremotos, huracanes, violaciones,
abusos físicos, un accidente grave, o lo que empieza a ser más común cada día;
la violencia de un ataque terrorista, o ajuste de cuentas entre bandas rivales.
El EP es la sensación de temor,
terror, desesperanza, y estrés; luego de
pasado el peligro. No todas las personas, que han vivido esta experiencia lo
presentan.
Quienes si presentan el EP, han
adquirido una enfermedad crónica pero curable, que afecta su vida, y de la de la
gente que le rodea.
Los
síntomas pueden ser: Explosiones de ira, dificultad para
dormir o pesadillas, sentimiento de soledad; preocupación, culpa o tristeza. Cambios
negativos en las creencias. La persona puede estar siempre en estado de hiperalerta, con ello nerviosa, siempre alerta y a la defensiva.
Los síntomas pueden empezar
inmediatamente y permanecer, o pueden aparecer como síntomas “nuevos” y más
serios, meses o hasta años más tarde.
No hay edad para presentar el EP ya que los niños, pueden padecerlo.
El
tratamiento: la terapia de conversación, donde
el episodio se repite tantas veces y de diversa manera que deja de afectar. Las
medicinas antidepresivas pueden ser útiles o una combinación de ambos.
El Estímulo Magnético Transcraneal
(EMC en nuestras clínicas) ha emergido como una gran terapia parra estrés postraumático.
Inicialmente se desarrolló en la medicina militar como opción no medicamentosa.
En Clínica del Cerebro hemos tenido y manejado casos con mucho éxito.
Dr. Guillermo van Wielink
Neurólogo
En Clínica del Cerebro hemos tenido y manejado casos con mucho éxito.
Dr. Guillermo van Wielink
Neurólogo
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